El modelo sigue creciendo, pero surgen dudas sobre su sostenibilidad y el futuro de la industria.
El gasto en servicios de suscripción de videojuegos alcanzó un nuevo récord histórico mensual en Estados Unidos, según datos de Circana correspondientes a mayo de este año. El analista Mat Piscatella informó que los jugadores estadounidenses desembolsaron 600 millones de dólares en suscripciones, consolidando una tendencia de tres meses consecutivos al alza. Factores como los precios generales más altos en la economía estarían impulsando a los consumidores a buscar opciones que ofrezcan mayor valor, como Xbox Game Pass, en lugar de comprar juegos de manera individual.
Sin embargo, este crecimiento sorprende, ya que hace apenas unos meses, el propio Piscatella se mostraba escéptico respecto a que las suscripciones fueran “el futuro del gaming”, destacando que el gasto en estos servicios se había mantenido prácticamente plano desde 2021. Aunque el panorama actual refleja un cambio de rumbo, persisten interrogantes sobre la rentabilidad real de plataformas como Game Pass, especialmente tras decisiones polémicas como el aumento de precios de Microsoft o el cierre de estudios como Tango Gameworks, creadores de Hi-Fi Rush.
El avance del modelo de suscripción también despierta preocupación entre los jugadores, quienes temen un mercado cada vez más dominado por servicios en vivo y licencias digitales que pueden desaparecer de un momento a otro. Ejemplos como el cierre de servidores de 13 juegos por parte de EA este año o la futura clausura de Anthem en 2026 subrayan los riesgos de este modelo. Mientras la industria navega este cambio, la gran incógnita es si todavía habrá espacio para que los estudios apuesten por experiencias profundas e innovadoras, o si nos encaminamos, sin retorno, hacia una era dominada por los juegos como servicio.
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