El exlíder de PlayStation Studios aborda los desafíos de la industria: desde los costos desbordados hasta la competencia con TikTok y el agotamiento de las consolas tradicionales.
En una era donde la innovación tecnológica avanza a pasos agigantados, la industria de los videojuegos enfrenta retos únicos que van más allá del simple desarrollo de títulos exitosos. Shawn Layden, exlíder de PlayStation Studios, plantea preguntas fundamentales sobre el rumbo de las consolas y la sostenibilidad de los juegos AAA en una conversación que resuena como un llamado a replantear las prioridades de la industria.
En entrevista con Eurogamer durante la celebración del 30 aniversario de PlayStation, Layden reflexiona sobre el estado actual del sector, destacando la creciente complejidad de los juegos, los costos insostenibles y la competencia por la atención de las nuevas generaciones. ¿Es posible que la era de las consolas como las conocemos esté llegando a su fin? Layden no solo apunta a una transformación inminente, sino que desafía a la industria a adaptarse o arriesgarse a quedar obsoleta en un entorno cada vez más saturado de distracciones digitales.
La creatividad en los videojuegos enfrenta barreras económicas
Layden señala que los costos de desarrollo de videojuegos AAA están limitando la innovación. Las cifras han escalado exponencialmente: “Lo que costaba $1 millón en PS1, ahora puede llegar a $300 millones o $400 millones en PS5, y eso simplemente no es sostenible”. Este enfoque, centrado en grandes presupuestos y juegos largos, ha llevado a una saturación de secuelas y copias. Las grandes inversiones obligan a los estudios a priorizar títulos de éxito asegurado, como las franquicias establecidas (GTA, FIFA), dejando menos espacio para propuestas originales.
Para Layden, esto es un problema de escala. Los videojuegos se han convertido en «catedrales» que consumen demasiados recursos, y la solución podría ser ofrecer experiencias más breves pero de alta calidad. “Quiero más momentos como cuando los perros atraviesan la ventana en Resident Evil. Juegos de 18 a 23 horas que te mantengan pegado al mando, en lugar de 90 horas de contenido diluido”.
La falta de crecimiento generacional y la competencia por la atención
El crecimiento de la industria se ha estancado al depender de un público constante en lugar de atraer a nuevas generaciones. Layden alerta: “Estamos perdiendo a la próxima generación por TikTok y otras distracciones”. Durante la pandemia, el consumo de videojuegos se disparó, pero fue un fenómeno pasajero. Según Layden, el verdadero desafío está en captar a un público joven cuya atención está fragmentada entre múltiples opciones de entretenimiento.
«Los videojuegos no compiten solo contra Xbox o Nintendo; compiten contra todo lo demás en el zeitgeist (las tendencias y distracciones culturales actuales)». A medida que las generaciones más jóvenes crecen rodeadas de plataformas móviles y redes sociales, los estudios deben encontrar formas de hacer que los videojuegos sean más accesibles, atractivos y relevantes para una audiencia diversa.
El futuro incierto de las consolas
Layden cuestiona la relevancia de las consolas propietarias a largo plazo: “Tenemos que empezar a interrogar cuál es el propósito de una consola propietaria y si puede seguir siendo viable”. Según él, la innovación en hardware ha alcanzado un punto de rendimiento decreciente, donde las diferencias entre plataformas como PS5 y Xbox Series X son mínimas. “El salto de rendimiento es ahora algo que solo los perros pueden notar”.
En este contexto, Layden sugiere que las consolas podrían volverse irrelevantes en las próximas generaciones, dejando el protagonismo al contenido. “El futuro está en competir por los juegos, no por el hardware”. Sin embargo, duda que PlayStation adopte el enfoque de Microsoft al llevar títulos a plataformas rivales, argumentando que no compensa el impacto en la marca.
La guerra de consolas podría llegar a su fin
Layden compara el conflicto entre PlayStation y Xbox con la antigua disputa VHS-Betamax, un enfrentamiento que con el tiempo fue visto como innecesario y que dejó una lección: «Llega un momento en que todos declaramos que la guerra ha terminado». Este paralelo refleja una visión crítica sobre la naturaleza competitiva actual entre las consolas, sugiriendo que el enfoque en hardware exclusivo podría volverse obsoleto. Según Layden, lo que realmente importa en el futuro de los videojuegos no es tanto el hardware, sino el contenido que cada plataforma puede ofrecer. La verdadera competencia, según él, se trasladará al terreno de las bibliotecas de juegos, no al de las consolas.
Aunque esta tendencia hacia una mayor apertura de las plataformas es clara, Layden sigue siendo cauteloso respecto al modelo de Microsoft de lanzar sus juegos en otras plataformas, como PC y servicios de suscripción. Si bien reconoce que el acceso a los juegos a través de múltiples dispositivos puede ampliar la audiencia, duda de que PlayStation siga este camino en el corto plazo. «¿Vale la pena? No sé si el jugo justifica el esfuerzo», reflexiona, planteando que mantener una identidad exclusiva a través de su consola sigue siendo una estrategia que Sony probablemente preferirá. La pregunta que se abre es si, con el paso del tiempo, otras compañías seguirán la misma senda de Microsoft y comenzarán a ver la distribución de juegos en una variedad de plataformas no como una amenaza, sino como una oportunidad para expandir sus negocios más allá de lo físico.
¿Qué podemos reflexionar de la entrevista?
Las palabras de Layden invitan a una profunda introspección sobre los valores que rigen el desarrollo de videojuegos. Su crítica a los costos exponenciales de los juegos AAA, que ya alcanzan cifras de hasta $300 millones, pone en jaque la sostenibilidad del modelo actual. Más allá de los gráficos ultrarrealistas y los mundos masivos, Layden aboga por experiencias más compactas y memorables, donde cada momento sea tan impactante como el primer susto en Resident Evil. “¿Estamos construyendo catedrales cuando lo que realmente necesitamos son iglesias funcionales?”, reflexiona.
Asimismo, su cuestionamiento sobre la relevancia de las consolas en un mundo donde las plataformas se homogeneizan tecnológicamente abre un debate crucial: ¿qué sucede cuando la competencia ya no se basa en el hardware? Para Layden, el futuro de la industria podría centrarse en el contenido y no en las máquinas que lo reproducen. En este panorama, la lucha por la atención de las audiencias jóvenes, que ahora gravitan hacia TikTok y otras plataformas, se convierte en un desafío tanto creativo como estratégico.
Layden sugiere que la industria necesita un cambio cultural y estructural, uno que permita no solo la supervivencia, sino el crecimiento de nuevas generaciones de jugadores. Al final, su visión no solo es una crítica, sino un recordatorio de que los videojuegos deben seguir evolucionando, tanto en forma como en propósito, para mantener su relevancia en un mundo en constante cambio.
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