Los aranceles, la inflación y la estrategia de mercado están impulsando un alza generalizada en el precio de consolas y videojuegos, marcando el inicio de una nueva era de consumo más cara para los gamers.
Microsoft ha subido recientemente los precios de todas sus consolas Xbox Series, accesorios y algunos juegos nuevos, los cuales ahora costarán hasta $80 dólares. Este movimiento sigue los aumentos recientes de precios por parte de PlayStation en algunas regiones y Nintendo, que también anunció su primer juego con ese precio.
La causa principal detrás de estos aumentos: los aranceles impuestos por Estados Unidos a productos importados, especialmente desde Asia, donde se fabrican la mayoría de estas consolas. Analistas explican que Microsoft aprovechó el clima económico actual para hacer todos los ajustes de una sola vez, minimizando el impacto mediático prolongado y adaptándose al aumento en costos de producción y distribución.
Todo apunta a que Sony también subirá los precios del PS5 y sus juegos, especialmente en EE.UU., donde hasta ahora se han resistido. Con Nintendo y Microsoft abriendo la puerta a los juegos de $80, muchos creen que otros editores —tanto de consolas como de PC— seguirán el mismo camino.
Aunque se espera que estos aumentos afecten las ventas de hardware, los analistas creen que el gasto general en videojuegos no disminuirá significativamente. En su lugar, los jugadores podrían volverse más selectivos, apostando por suscripciones, juegos gratuitos y compras dentro de juegos ya conocidos.
Eso sí, el panorama sigue siendo incierto. La industria enfrenta no solo aranceles, sino también inflación persistente y cambios en los hábitos de consumo, lo que podría redefinir el futuro del gaming en los próximos años.
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