Un proyecto ambicioso que ya bordea lo absurdo.
Star Citizen vuelve a los titulares, no por un lanzamiento o avance significativo, sino porque suma 13 años en desarrollo y está a punto de alcanzar los $900 millones en financiamiento… mientras sigue en alpha. Lo que alguna vez fue el sueño definitivo del simulador espacial ahora parece más una odisea sin destino claro, un viaje eterno que consume dinero y tiempo sin ofrecer una hoja de ruta concreta hacia su versión final.
Es innegable que el juego luce impresionante y que su ambición supera a casi cualquier otro proyecto contemporáneo. Pero cuando un título acumula más presupuesto que varias franquicias completas y supera el costo de producciones cinematográficas de Hollywood, la pregunta deja de ser si “se ve bien” y pasa a ser: ¿y el lanzamiento para cuándo? Star Citizen lleva ocho años en estado jugable y aún así no asoma un plan real para llegar a la versión 1.0, mientras acumula mecánicas, naves y promesas como si la beta fuera un mito.
La comparación con otros casos, como Escape From Tarkov —que finalmente llegó a 1.0 en 2025 tras casi una década— deja a Star Citizen en una posición incómoda. La línea entre “construcción continua” y “desarrollo infinito” ya se difuminó hace rato, y el hecho de que personal clave en áreas críticas como el Server Meshing haya salido del proyecto no ayuda a despejar dudas. Con cada nuevo parche, el juego se siente más grande, pero no necesariamente más cercano a completarse.
Hoy, con casi $885 millones recaudados al cierre de octubre de 2025, Star Citizen ya figura entre los tres proyectos más caros de la historia del gaming. Y si la beta o el lanzamiento completo no aparecen pronto, el hito del mil millon de dólares será inevitable. Nadie niega el potencial ni el talento detrás del juego, pero sí es válido cuestionarse si esta travesía tiene un final o si estamos presenciando, en tiempo real, el caso más emblemático de un desarrollo atrapado en su propia ambición.
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