Aunque nuevas fuentes aseguran que el servicio genera ganancias incluso considerando las pérdidas en ventas de juegos first-party, crecen las voces que lo ven como un modelo insostenible.
El debate sobre la rentabilidad de Xbox Game Pass se intensificó tras los recientes despidos masivos en Xbox, alimentando dudas sobre si el servicio es sostenible a largo plazo. Christopher Dring, editor en jefe de The Game Business, aclaró esta semana que, según fuentes internas, Game Pass sigue siendo rentable aun al incluir el ingreso perdido por ventas directas y microtransacciones de juegos first-party. Sin embargo, también explicó que los costos de desarrollo no se reflejan directamente en la cuenta de resultados de Game Pass, pues esos gastos pueden recuperarse mediante ventas premium, DLC o microtransacciones.
Una pieza clave para equilibrar las cuentas ha sido la estrategia de lanzar juegos exclusivos de Xbox en plataformas como PlayStation 5. Dring destacó que estos ports han permitido a los estudios de Xbox mejorar márgenes de ganancia, citando casos como Oblivion Remastered, Minecraft, Forza Horizon 5 y Indiana Jones and the Great Circle, que han tenido gran éxito en las listas de ventas de PS5. Esta diversificación está ayudando a mitigar el impacto económico de ofrecer juegos de estreno en Game Pass, que de otro modo reduciría significativamente las ventas unitarias.
Aun así, figuras de la industria mantienen sus reservas. Raphael Colantonio, cofundador de Arkane, calificó Game Pass como un modelo “insostenible” que ha estado dañando el sector durante la última década, subsidiado por el “dinero infinito” de Microsoft. Michael Douse, de Larian Studios, cuestionó qué pasará cuando esos recursos se agoten. Aunque Game Pass continúa atrayendo a los jugadores con una oferta difícil de rechazar, persiste el temor de que su impacto a largo plazo pueda perjudicar la diversidad y la salud financiera de la industria del videojuego.
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