A veces menos es más.
Hay juegos con política hasta las raíces pero que llegan a equilibrar bastante su narrativa, personajes y jugabilidad en una obra interesante. Dustborn sufre realmente con esto ya que llega al punto de que el juego es más política que un juego que busque promoverse por otro lado como puede ser su arte, el cual es realmente bonito, o por sus actuaciones de voz, aspecto en el cual se luce realmente.
Lo curioso de esta propuesta es que venimos de dos apuestas tan buenas como Under the Waves y Lysfanga: The Time Shift Warrior, dos juegos que en el pasado evaluamos de una forma positiva ya que buscaban darnos obras con mucha identidad propia y carisma. De hecho, Under the Waves evoca un sentimiento de soledad bastante extraño durante todo el juego, pero es por la forma en que se nos introduce a su mundo y en la que nos quieren narrar una historia de superación; por otro lado, Lysfanga es una historia donde destaca la mecánica temporal y la estrategia. Sin embargo, con Dustborn el mismo estudio quiso dar énfasis en que es un juego político, pero al jugarlo te das cuenta que es más que solo eso, a pesar de que necesitó más trabajo en sus mecánicas o en aterrizar un único género de juego.
Dustborn es ese tipo de juego de roadtrip, donde comenzamos escapándonos de nuestra vida normal y tratamos de encontrar un nuevo lugar donde podamos ser nosotros. En este juego de roadtrip, la protagonista Pax es perseguida implacablemente por una secta dogmática conocida como los puritanos, aunque esto se debe a que ella y sus compañeros se han robado un tesoro, lo cual al inicio no se nos explica realmente, pero sabemos que es importante y debe ir hasta Nueva Escocia. Dustborn se desarrolla en el año 2030, donde algunos hechos históricos simplemente no ocurrieron y hay una fuerza policial “facista” que busca garantizar que hechos como los ocurridos no vuelvan a suceder. Estados Unidos es una república autoritaria donde los Anomals, como nuestro equipo, son perseguidos debido a sus Vox, ósea sus poderes.
La mayor parte de la jugabilidad de Dustborn implica hablar con nuestra banda, mientras disfrutamos de conversaciones profundas y significativas, y nuestras elecciones afectan a cada personaje. Esta influencia en las conversaciones tendrá efecto en el final de cada uno de ellos, por lo que interactuar con todos es la parte más indispensable del juego. Respecto al combate, es como una especie de combates por comandos, quizá no la parte más entretenida del juego, pero aquí es donde usaremos el Vox de cada uno de nuestros personajes para derrotar a los malos. La realidad es que el combate es la parte menos interesante de Dustborn, aunque hay ciertas partes rítmicas que tampoco son interesantes, sirven más que nada para mentener al jugador interactuando con el juego.
Lo que hace interesante a Dustborn realmente son sus diálogos como puedes ver, ya que habrá muchas opciones donde elegir, rutas que irán desbloqueándose y, en realidad, este componente de historia y decisiones es lo más fuerte de Dustborn, incluso la escritura es muy muy buena ignorando el componente político que siempre tratan de destacar.
Creo que un problema que hubo con Dustborn fue una lluvia de ideas muy excesiva, donde quisieron meter de todo un poco al juego, pero otras partes simplemente quedaron mucho menos elaboradas. De hecho, en este aspecto me gustaría destacar el diseño gráfico del juego, ya que el estilo de arte tipo cómic es simplemente increíble. Se ve demasiado bien y los efectos sonoros tipo cómic quedaron bastante bien. De hecho, originalmente cuando lo vi pensé que sería un juego más de acción, pero en ese aspecto estuve equivocado y es más una novela visual con toques de ritmo.
Veredicto
Sin duda el aspecto más destacable de Dustborn son sus diálogos y la forma en que buscan que afectemos a sus personajes por medio de decisiones. Sin embargo, aquí es donde el componente político se vuelve muy fuerte y puede ser chocante para muchos jugadores, especialmente para los que solo quieren sentarse, jugar e ignorar un poco las agendas modernas. ¿Qué sucede aquí? Que si bien el juego tiene su agenda y es muy marcado el tono político que busca, se intentó dar demasiadas mecánicas a un juego simple que pudo tratarse únicamente de un viaje y de hablar. De hecho, ejemplos de estos hay muchos y uno que jugué hace poco fue As Dusk Falls y funciona súper bien al centrarse en mecánicas básicas, pero una narrativa muy profunda.
Dustborn sin duda tiene su público, pero de buenas a primeras puede ser algo chocante con una gran parte de la comunidad que no va a abrirse tan fácilmente a ciertas agendas políticas. Eso sí, el aspecto gráfico del juego es de lo mejor que tiene este juego, destacando ese estilo de cómic tan característico que utilizan. Sus personajes son incluso muy variados, no hablando solo de los principales, sino de todos los demás que encontramos en el mundo.
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Información importante: reseña realizada gracias a un código para PC (Steam) facilitado por Quantic Dream y Red Thread Games.